El autobús viene con retraso para variar, así que mientras esperas enciendes el e-book y te concedes un relato. Sigues en el autobús. Y luego en casa. Y para cuando quieres darte cuenta has llegado al final sin ni siquiera proponértelo. Porque solo era uno más. Leer relatos breves tiene un carácter inherentemente adictivo, más si como en el caso de este compendio puedes ir picoteándolos entre horas.
Esta no es una antología temática. Al menos, no en un sentido estricto. Gran parte de su encanto reside, precisamente, en no saber con qué vas a encontrarte al empezar cada lectura: de un Big Bang gastronómico a un complot vírico; una tierra extraña donde nevadas se suceden en bucle frente al mundo que recrea un niño en los ramajes de un árbol. Un futuro distópico cuyo protagonista lucha contra sus propios genes para seguir viviendo. El final del viaje, el otoño del rey Arturo.
Extracto de la introducción, de Irene Cisneros Abellán
Ha llegado el feliz y a la vez complicado momento de comentar la primera publicación en la que participo como autor. Se trata de una colección de 50 relatos muy cortos (de solo 500 palabras en su mayor parte, alguno suelto roza las 1000) seleccionados para abarcar una gran variedad de temáticas y estilos, de un total de 14 autores que llevamos años escribiendo en un foro basado en la crítica constructiva y la sana competición literaria.
Los textos los hemos elegido los propios autores realizando una selección (en la que muchos se han quedado fuera) de nuestros mejores textos más cortos y nosotros mismos los hemos editado. Creo, con toda sinceridad, que el resultado es un libro muy entretenido (creo que incluso adictivo, por lo fácil que resulta de leer sin que se haya descuidado en ningún momento la corrección y el valor literario) y técnicamente casi indistinguible de un trabajo salido de los talleres de una empresa editorial.
Puede encontrarse casi de todo: amor, desamor, ciencia ficción, fantasía, el realismo más descarnado, sentimientos, humor, ficción histórica...; con lo que al terminar un relato te preguntas: "¿y si leo otro, a ver de qué va este? Total, son 5 minutos". El título es más que descriptivo: se podría establecer la metáfora entre el libro y una caja de bombones. Tomas uno, un bocadito y luego otro, y otro, hasta que, sin saber muy bien cómo, te lo has terminado.
No diré que la totalidad de 50 relatos me maravillen, y menos de los 7 que son míos, pero abundan los que creo que están escritos con verdadera maestría. Por supuesto hay temáticas o maneras de escribir que como lector me atraen más que otras, pero lo bueno de su corta extensión es que esas 500 palabras de la mayor parte de las narraciones están aprovechadas al máximo: se va al grano desde la primera frase, que ya suele ser muy impactante y atrapar hasta terminar cada historia. Pongo ejemplos de comienzos de algunos de ellos:
Pensábamos que conocíamos a Ramiro porque llegaba siempre a la oficina con su bueno bueno bueno y su té verde de microondas, embutido en un traje una talla menor que la suya.Un día su mujer lo pilló en la cama con otro hombre y no volvimos a saber de él ni de su apreciado té. Gálvez de contabilidad apostaba por que se había operado y ahora se hacía llamar Rebeca, o seguramente Yolanda.
El invertido, de z666
Tenías cara de Lisandro, Demetrio. Lo sabía por tu forma de agarrar la manguera, de apretar el pomo hasta lo último, derramar cada gota antes de zambullirte de cabeza al barro, invitándome con un gesto a compartir la delicia de los once años.
Carta en un boulevard, de Martín Alejandro Tacón
La maleta la fabricó su abuelo. Las delgadas tablas de roble estaban restregadas con sebo para resistir la humedad, las bisagras habían formado parte de una ventana, servía de asa una tira de cuero y como cierre dos vueltas de cordel.
El manzano, de Ana Cataria
Ayer intenté matar a alguien. Solo quería probar, ver qué pasaba; descubrir si el cuchillo podía hendir su piel y besar sus entrañas. Pero Dios se interpuso. Desde entonces intento suicidarme, pero Él está en todas partes.
Crisis de razón, de Carlos Vázquez Pérez-Íñigo
Cierro los ojos y recuerdo mi infancia; recuerdo el olor del pollo cocinándose en la calle treinta y tres, el blanco de la nata de la pastelería del Loco, el sonido de pedazos de chuletón al ser masticados en la boca de algún seboso apoderado, y el gusto del hambre en mi casa. No te quejes, chaval, gozas de la comida con cuatro de los cinco sentidos, solía decir el viejo.
De riquezas y miserias, de Bertran Salvador i Mata
Para ilustrar mi experiencia de lectura diré que, a pesar de que he leído todos los relatos muchas veces, no he podido evitar releerme buena parte de ellos mientras escribía esta crítica. Creo que esa es la mejor recomendación que puedo escribir.
Es un volumen de ciento y pocas páginas con una magnífica ilustración de portada cedida por el artista Rafael Cachaldora.
El libro está disponible en Amazon, de momento solo en formato electrónico, pero próximamente también se pondrá a la venta en papel por un muy razonable precio:
http://www.amazon.es/UNO-M%C3%81S-LO-DEJO-RELATOS-ebook/dp/B00WJ1FJO0
Mi calificación: muy bien.
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